Me encuentro en esta situación con dos
opciones consideradas soluciones, una de ellas es huir (no es de mi agrado) la
segunda de ellas es quedarme para siempre(o lo que llegue a durar). Cálculos por todos lados, pienso en todo lo ocurrido.
Como si uno pudiera poner en la balanza los sentimientos. Sumo, resto y divido; intento expresar mis sentimientos
en kilogramos, hago ecuaciones. Mi balanza personal desea que todo lo bueno
pese más o tenga un resultado más positivo que aquello considerado como malo o
no tan bueno. “Esto sí, esto no. Esto no me sirve”.
Nos pienso seriamente. Me cuestiono y me
respondo enumerando los defectos de este vínculo que tenemos. Llueven, tengo
defectos de sobra (contándolos, son unos 14 defectos) pero son superados por los “peros”. Ya no puedo seguir así. Entonces… ¿Qué cosas importan en cuestiones
del corazón? Quizás todo esto que haces es lo que nos haga perdurar. Aunque yo
reniegue con tus acciones. Se me viene a la cabeza “La razón no tiene lugar en
estos juegos, yo te quiero igual”. Te quiero de esa forma inocente en la que me
crie, y con la que toda adolescente quiere. Querer a alguien teniendo motivos
es fácil pero querer a alguien a pesar de varias cosas es diferente. Conocer
las contras y amigarse de ellas es inusual.
Y yo...te quiero pese a esas catorce que lo impiden.
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